Mañana gris,
poblada de humo.
Comienza la leña a perfumar
el tiempo.
En breve le corresponde a las castañas
calentar las manos.
Pregunto por qué
las voces que se cruzan,
y todas las independencias
me responden con causas,
no con motivos.
Hay eslabones que susurran estrellas a oído.
Las calles angostas respiran como pueden
la duda.
Parece que todos duermen
mas no es así.
Es como el caso de las piedras
siempre atentas a las historia.
Es imposible negar los alumbramientos,
se toman su tiempo,
pero no les queda otra cosa
que ver la luz
sin ojos prestados.
No titilan, flamean un poco más bajo que el cielo
pero con el mismo deseo de libertad infinita.
Yo, de afuera, miro el humo,
como buscando que la mano de la historia
resuelva el acertijo.
Y me siento, como siempre,
en el segundo escalón de la Plaza de la libertad
donde el mar se ve azul
para todos,
hasta las estrellas.
poblada de humo.
Comienza la leña a perfumar
el tiempo.
En breve le corresponde a las castañas
calentar las manos.
Pregunto por qué
las voces que se cruzan,
y todas las independencias
me responden con causas,
no con motivos.
Hay eslabones que susurran estrellas a oído.
Las calles angostas respiran como pueden
la duda.
Parece que todos duermen
mas no es así.
Es como el caso de las piedras
siempre atentas a las historia.
Es imposible negar los alumbramientos,
se toman su tiempo,
pero no les queda otra cosa
que ver la luz
sin ojos prestados.
No titilan, flamean un poco más bajo que el cielo
pero con el mismo deseo de libertad infinita.
Yo, de afuera, miro el humo,
como buscando que la mano de la historia
resuelva el acertijo.
Y me siento, como siempre,
en el segundo escalón de la Plaza de la libertad
donde el mar se ve azul
para todos,
hasta las estrellas.
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