Es muy difícil repartir los miedos
como caramelos ofrecidos al aire
o como migas a los pájaros.
Camino hoy en la oscuridad
con la sensación que sólo el viento
amenaza con tumbarme alegremente
por ahi.
Voy perdiendo el miedo a los caminos
de la tierra
y cuando no me quede uno por andar
en paz
y con los ojos bien abiertos,
y con los ojos bien abiertos,
empezaré a recorrer
con un sólo dedo
con un sólo dedo
los surcos de algún rostro
temiblemente conocido o recordado,
temiblemente conocido o recordado,
probablemente el de la soberbia ,
el abandono, el enojo...
el abandono, el enojo...
para decir hemos llegado hasta acá,
gracias por haberme acompañado.
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