Soy la chica del banquito alto,
la que se sienta desnuda
en la cocina prestada,
la que deambula entre
balas
por todas tus casas.
A veces me tiño de rojo,
de rubio o castaño,
te miro sobre el
hombro
a través del espejo,
resisto a los años
y a vos.
Me contesto siempre
la misma pregunta
en el espejo del baño
de un bar cualquiera.
Merezco una vereda,
te digo,
y te reís por nada,
entonces te llevo
en la curva de mi espalda
a donde nunca nadie
e imagino algún modo
que cuadren perfectas,
un día, las almas.
1 comentario:
Uff tiempo que no leía algo así. Que un poema sea bueno hasta puede ser común, pero que se pueda tocar, ver oler. La verdad no es algo que se huela mucho en la poesía, pero suena increiblemente verdadero.Gracias por compartir estos textos, por escribir tan bello.Pasaré seguido por aqui. Saludos.
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