me dieron algo bueno
para hacer por alguien,
un par de intentos por cambiar
algún que otro rumbo equivocado;
me dieron también soledad
de la querida y de la otra,
me dieron silencios
y ya no como instrumentos
de castigo,
silencios normales.
Me dieron el momento eseen el que, haciendo nada,
me vi
y me quise por completo.
Y todo esto empezó
cuando dejé de esperar cosas, cuando dejé de buscarte
entre promesas baratas
y filosofías sobre el bidet,
todas hijas de las lágrimas.
Voy dejando de buscarte
un poco porque no te encuentro
y no es que me cause gracia,
apenas cierto grado
y algunos descubrimientos.