EL ASIENTO DE ENFRENTE
“Madre mía...
La vida es normal,
no he dormido,
mucho he llorado”.
Con un suspiro en vano
se ha sentado frente a mí
Y ella a su lado.
Cortitos.
Con ojos de tierra
y pieles de noche
hablan de los Andes
sin soltarle a la vida
ni un reproche.
Se llama Milton Luna
Tiene tantos ladrillos
que construirá
la Puna.
Luego, subirá a otro tren
con otro suspiro en vano,
se sentará frente a mí
y ella a su lado.
La vida es normal,
no he dormido,
mucho he llorado”.
Con un suspiro en vano
se ha sentado frente a mí
Y ella a su lado.
Cortitos.
Con ojos de tierra
y pieles de noche
hablan de los Andes
sin soltarle a la vida
ni un reproche.
Se llama Milton Luna
Tiene tantos ladrillos
que construirá
la Puna.
Luego, subirá a otro tren
con otro suspiro en vano,
se sentará frente a mí
y ella a su lado.
PIELES MANCHADAS
Las manos arrugadas,
una sobre la otra
apoyadas en su falda.
Ella descansa cansada,
casi como sus manos,
porque él la mira
cada tanto
cuando le suelta
alguna palabra serena.
Tienen un mundo
de canas inmóviles
y relojes de arena.
Olor a fijador,
lápiz de labios.
Han subido al tren
hace años.
Cada tanto pueden sonreír.
Infinitas estaciones y paradas
en sus pieles machadas.
Una clase magistral
de todo lo que no soy capaz.
Quiero descansar hoy...
Las manos arrugadas,
una sobre la otra
apoyadas en su falda.
Ella descansa cansada,
casi como sus manos,
porque él la mira
cada tanto
cuando le suelta
alguna palabra serena.
Tienen un mundo
de canas inmóviles
y relojes de arena.
Olor a fijador,
lápiz de labios.
Han subido al tren
hace años.
Cada tanto pueden sonreír.
Infinitas estaciones y paradas
en sus pieles machadas.
Una clase magistral
de todo lo que no soy capaz.
Quiero descansar hoy...
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