“A buscar el pan y el vino
ya fui muchas veces
a sembrar ese camino
que nunca florece,
no transes más.”
ya fui muchas veces
a sembrar ese camino
que nunca florece,
no transes más.”
(Serú Girán, La grasa de las capitales)
Escribo desde el recuerdo de un lugar, de un territorio, por eso es imprescindible el viaje y no hay imaginación que valga si no me muevo. Cuerpo, paisaje y emoción son tres regiones del alma, inseparables, para mí. Ver las casas que se construyen, los árboles que se miran, que se talan, que se cuidan, las calles, el aire contaminado, las plazas, los bichos y yo.
No tengo imaginación, nunca podría haber escrito Harry Potter, solo tengo una mirada, mi mirada al mundo, mi pensamiento confuso o lúcido.
Voy acumulando trayectos para mis épocas inmóviles y que la vejez me encuentre con un cosmos recorrido, es un sueño al que no pienso renunciar.
Hoy negocio las dos cosas, mi vejez y el viaje, porque cuando no tenga modo o ganas de tomar algún camino, tendré hojas, papeles, recuerdos, dibujaré las rutas como el mapa color de las clases de geografía ,que jamás escuché, a los trece años.
Seguiré teniendo el pelo largo, una blusa de bambula parecida a la compré en la Plaza del Congreso y puede que aprenda a fumar, a derretir la grasa de las capitales, en acordes de mecedora veloz, mirando las montañas que me llevaron lejos, muy lejos de casa.
No tengo imaginación, nunca podría haber escrito Harry Potter, solo tengo una mirada, mi mirada al mundo, mi pensamiento confuso o lúcido.
Voy acumulando trayectos para mis épocas inmóviles y que la vejez me encuentre con un cosmos recorrido, es un sueño al que no pienso renunciar.
Hoy negocio las dos cosas, mi vejez y el viaje, porque cuando no tenga modo o ganas de tomar algún camino, tendré hojas, papeles, recuerdos, dibujaré las rutas como el mapa color de las clases de geografía ,que jamás escuché, a los trece años.
Seguiré teniendo el pelo largo, una blusa de bambula parecida a la compré en la Plaza del Congreso y puede que aprenda a fumar, a derretir la grasa de las capitales, en acordes de mecedora veloz, mirando las montañas que me llevaron lejos, muy lejos de casa.
Claudia Brancati
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