Y ahí estaba yo para mi.
Escucho la lluvia,
cada gota que cae
a mi espalda.
No me queda tan mal
el olvido.
Puedo incluso imaginar
el mar de noche
desde mi lugar preferido,
ese en el que me senté
esta tarde
cuando aún el sol resistía.
Firme, el sonido,
ocupa mi cabeza.
Mis días tienen
momentos para todo
y las sombras
solo pasan.
Amanecer
es un proceso,
una lluvia, un plan,
un revoltijo,
un par de mareas
y un desierto.
Sí, fue ahí
lo del olvido,
me imaginé volar
por mis pedazos rotos
y ahí estaba yo
para mi.
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