El viento trae giros ambiguos del lenguaje
como hojas verdes,
cataratas artificiales de lugares a dudas
como agua en los pulmones;
el viento siempre desconcierta
como una manera histérica y desesperada
de sostener lo mismo que aleja.
Solo sabiendo que los días serán así,
cuando no cabe una gota más de daño,
uno puede pararse frente al mar,
y cederle el paso,
pararse y caminar bajo la lluvia
pararse con lo que quedó entero,
pararse sin medias palabras,
pararse sin otros recuerdos
más que los necesarios
para perder el miedo
de volar en él o con él,
frente a él o sin él.
2 comentarios:
no hay que tener miedo al viento cuando parece hablar... aunque a veces lo que dice... asusta.
un besin
Sí, uno se envuelve en el viento y él solamente pasa, más lejos de lo que uno cree y más silencioso de lo que parece.Los fantasmas no existen...creo, no lo sé, que no es lo mismo.
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