Viejo pescador y majorero,
se sentó en la orilla, se pensó en silencio.
En las manos de tus hijos
dejarás el pueblo que construyas,
a excepción de las montañas y desiertos
que tiñen el pensamiento de buen vino .
En La Oliva, las piedras, siempre,
devuelven la pelota
y siendo hombre,
a eso,
se le llama buen recuerdo.
Esto le decía su madre
mirando hacia el puerto.
Mientras se abría paso entre las sirenas,
buscaba en vano, las redes llenas.
Igual por viejo se inventó el abrazo
y por niño,
regresó al pueblo.
se sentó en la orilla, se pensó en silencio.
En las manos de tus hijos
dejarás el pueblo que construyas,
a excepción de las montañas y desiertos
que tiñen el pensamiento de buen vino .
En La Oliva, las piedras, siempre,
devuelven la pelota
y siendo hombre,
a eso,
se le llama buen recuerdo.
Esto le decía su madre
mirando hacia el puerto.
Mientras se abría paso entre las sirenas,
buscaba en vano, las redes llenas.
Igual por viejo se inventó el abrazo
y por niño,
regresó al pueblo.