Aprendí a resucitar
con el paisaje.
Las palabras ya no son
geografía.
Llevan o traen, los
barcos,
algún canto de ballenas
alguna guarida, algún amor.
Y puedo cruzar el istmo
que me une a los pájaros
para perderme en la esquina
o en los siete colores de los cerros.
o en los siete colores de los cerros.
No me esperan más espinas
que las del cardón a lo lejos,
no me seca el viento de los sikus,
ni la altura del silencio.
Si me pierdo entre tramas,
cacharros de barro
o lunas llenas,
o lunas llenas,
voy conmigo.